Autoría: Laberinto de Historias
Faltaban apenas unos días para la boda cuando Roberto, el novio, recibió una llamada a la una de la mañana.
- "Roberto, tienes que venir rápido al hospital" - dijo su futura suegra entre sollozos - "Martina ha tenido un accidente".
"¿Qué? ¿Qué ha pasado?" - quiso preguntar, pero al otro lado de la línea ya no había nadie. Sin perder ni un segundo se puso un chándal y condujo su coche a toda velocidad por la ciudad hasta llegar a la puerta de la unidad de urgencias del hospital "San Gabriel."
En la sala de espera encontró a sus futuros suegros y a Diana, la hermana de su novia. El panorama era totalmente desesperanzador, estaban abrazos y con los ojos rojos por haber llorado. Roberto se acercó a su suegro y tuvo que zarandearlo para sacarlo del trance en el que se encontraba.
¿Dónde está Martina? ¿Qué ha pasado? ¿Se encuentra bien?
El padre de Martina, entre sollozos, comenzó a contar cómo había sido el accidente.
- "Esto es lo que nos ha contado la policía," dijo su suegro visiblemente afectado. "Un conductor borracho perdió el control de su coche e impactó de frente al de Martina en un cruce. Fue un golpe terrible, ella quedó atrapada en el auto. Los servicios de emergencia llegaron rápido, pero había perdido mucha sangre. Ahora está en quirófano en estado crítico."
Roberto, sin poder asimilar lo que acaba de oír, esperó.
Tras varias horas angustiosas, un cirujano salió y los condujo a una sala apartada. Miró sombríamente a la familia reunida y comenzó a explicar la situación.
"Hemos logrado estabilizar a Martina, pero lamentablemente no hay indicios de actividad cerebral. Su cerebro sufrió un daño muy grave debido a la falta de oxígeno. Lo siento mucho, pero no podemos hacer más. Deberían pasar a despedirse."
Las lágrimas de tristeza llenaron la sala. Roberto, devastado, sintió un nudo en la garganta. Decidió dejar que los padres de Martina se despidieran antes; él quería ser el último. Cuando llegó a la habitación de la que era la mujer de su vida, se encontró con que Martina no estaba sola, una figura oscura y encapuchada estaba al lado de la cama, la Muerte.
Roberto miró a la Muerte y habló con determinación.
- Por favor, no te la lleves. Martina es el amor de mi vida. Haré cualquier cosa. Te ofrezco mi vida a cambio de la suya.
- Eso es imposible, no se pueden cambiar almas - respondió la Muerte mirándolo impasible con sus cuencas vacias.
Pero el chico no estaba dispuesto a rendirse.
- Entonces te ofrezco la mitad de los años que me quedan para que ella pueda disfrutarlos.
La Muerte, pensativa, consideró la oferta de Roberto. Finalmente, habló con una voz susurrante.
- ¿Estás seguro de tu decisión? Es un trato inusual y no podrás romperlo.
Roberto asintió con lágrimas en los ojos. La Muerte extendió una mano esquelética hacia Martina. Justo cuando parecía que todo estaba perdido, algo asombroso ocurrió. Martina, en su estado inerte, abrió lentamente los ojos, como si estuviera despertando de un largo sueño, y susurró una palabra para Roberto y para la Muerte: "gracias".
Martina y Roberto fueron felices durante años hasta el día de su muerte porque sabiendo que solo disponían de la mitad del tiempo lo disfrutaron el doble.
∞ FIN ∞
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Muchísimas gracias de antemano
Autoría: Laberinto de Historias
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