Permítanme contarles una historia que me ocurrió en 2012, una experiencia que me persigue hasta el día de hoy. Tras un doloroso divorcio, decidí comprar una motorhome y recorrer el país para alejarme de los recuerdos que me atormentaban.
Una noche, mientras conducía por Zacatecas, me encontré con un pueblo pequeño en medio de la nada. Estacioné la motorhome y decidí entrar en una cantina local. Lo que vi allí me desconcertó profundamente: todos los habitantes del pueblo llevaban relojes plateados en sus manos, como si fueran una especie de símbolo.
Me acerqué al cantinero y comencé a hablar con él, pero sus respuestas me parecieron extrañas y evasivas. Antes de que el alcohol me afectara demasiado, decidí retirarme y regresar a la motorhome para pasar la noche.
Esa noche, tuve pesadillas que aún me atormentan. Un ser grotesco se me apareció en sueños, mostrándome un reloj plateado. Vi a mis hijos crecer rápidamente, convertirse en adultos, y a mi exesposa rehaciendo su vida con otro hombre y teniendo otro hijo.
Al despertar, abandoné el pueblo, pero al llegar a las ciudades, noté que todo había cambiado. Los autos eran diferentes, la tecnología era más avanzada y muchas cosas parecían fuera de lugar. Decidí visitar la casa de mi exesposa para ver a mis hijos, pero cuando ella me abrió la puerta, su reacción fue de total sorpresa y emoción.
Me dijo que había pasado ocho años desde que desaparecí, y que todos habían creído que había muerto. Conversamos sobre mi extraña experiencia en el pueblo sin nombre, pero cuando intentamos encontrarlo en el mapa, descubrimos que simplemente no existía.
Aquella noche en la cantina, los relojes plateados, y mi misteriosa desaparición durante ocho años siguen siendo un enigma que me persigue. No sé qué fue lo que realmente sucedió en ese pueblo, pero estoy seguro de que algo sobrenatural ocurrió esa noche, algo que cambió mi vida de manera inexplicable.
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