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Macarrones, relegados al menú infantil, y llamas, olvidados como consecuencia de una fiebre enfermiza por el coulant, el tiramisú y el pastel de queso; hasta hace no mucho estos dos platos no eran fáciles de encontrar en las cartas de los restaurantes barceloneses. Pero una nueva hornada de cocineros y cocineras han decidido revivirlos y darles mucho protagonismo a sus proyectos. Un tercer elemento que también ha recuperado posiciones es la mantequilla. Restaurantes acabados de inaugurar como Fugaz, Mesa Lobo o Ares encierran las comidas con platos, e incluso montañas, de este derivado lácteo.

En cuanto a los macarrones también es cierto que hay restaurantes insignia de cocina catalana en la ciudad que nunca los han dejado de lado como el Semproniana o el Gaig, donde podemos catar los macarrones del cardenal. Conocidos también como macarrones de fiesta son un plato tradicional catalán que se elabora por capas alternando la pasta, el sofrito, la salsa bechamel y el queso. Ahora bien, si estos ya los conocemos, podemos catar los macarrones del nuevo Galante, en el Born, o del Aüc Bar, en la plaza del Campo.

Galante, el nuevo proyecto donde estaba El Foro

Galante es la nueva propuesta del Grupo Varela, donde hace unos años había restaurante argentino El Foro, en la calle de la Princesa esquina con Comercio. Tapas, platillas y homenaje a la bodega clásica con producto de primera. Aquí, los macarrones los preparan con butifarra del Perol. También podemos comer jamón, que nos lo cortan allí mismo y las anchas de El Champán.

Y es que José Varela tiene como socios a Joan Carles Ninou y también a Joan Manubens, de El Passadís del Pep. Por cierto que Manubens también ha dado una segunda vida al Bar Agullers, en la calle de Agullers, 8. Los propietarios se jubilaron y él se ha quedado el negocio. ¡Hacen cocina catalana y tampoco faltan los macarrones!

En el Aüc Bar hacen hasta tres variedades de macarrones: los de la tía con carne picada y especias con un toque picante, los de la exsuegra con costilla de cerdo y salsitas y los de la primogénita, en las que versionan la carbonara. También se pueden comer croquetas, capipota con tripas, mandonguillas y para postres flam de chocolate con nata.

Montañas de mantequilla

Muchos negocios que empiezan a caminar beben de nuevo de la tradición francesa, que tanto ha inspirado históricamente la restauración barcelonesa. Una influencia que ha hecho volver la mantequilla a las cartas. En algunos casos se ha convertido en la reina de la casa, como en los restaurantes Fugaz (c. Mallorca, 170) o Mesa Lobo (c. Carrile, 65).

La montaña de mantequilla del nuevo restaurante Fugaz, en la c. Mallorca, 170

Sus perfiles en las redes sociales están llenos de las fotos y vídeos de los comensales compartiendo las montañas de mantequilla que presiden los comedores de los dos restaurantes y que sirven en cada mesa para azuzar el pan. Dos proyectos de carta corta y con muy buen producto que no se puede negar que están de moda en la ciudad.

Mesa Lobo es el restaurante de Óscar Álvarez y Pablo Arnal, dos amigos y compañeros de profesión que previamente compartieron trabajo en Molino de Pez y Fismuler. En Mesa Lobo apuestan por el producto de proximidad, inspirados por la cocina francesa y con influencia nórdica cuando toca trabajar las verduras. En el capítulo de los postres recomiendan no perderse el pastel de limón como el que le preparaba su madre al Óscar. La mantequilla la elaboran cada mañana, la fuman y le añaden suero de leche para que parezca nata.

Un restaurante de cocina francesa en la Rambla de Cataluña

También hay mantequilla para empezar y para acompañar los platos de raíz francesa que cocinan en el nuevo restaurante Ares. Situado en el número 29 de la rambla de Cataluña, en la esquina con Diputación, no sólo degustaremos mantequilla con pan de Triticum sino también recetas clásicas de la cocina gala como la sopa bullabessa, el lenguado a la meunière o el filete Rossini con foie. En las migas sirven un menú ejecutivo por 29,50 €. Los postres también son de inspiración francesa y 100 % caseros.

Sopa bullabessa del restaurante Ares, en rambla de Catalunya, 29

La segunda juventud del flam

Y una segunda juventud parece que viven también los llamas. Chefs como Tomás Abellán los hacen reinar en las cartas del Bar Alegría y del restaurante Casa Luz, uno de los restaurantes con las mejores vistas, en un ático en el número 1 de la ronda de la Universidad. Es de tamaño XL y son los postres más solicitados. También triunfa el llamamiento de Casa Amàlia, que hace unos meses ha abierto segundo restaurante en el Port Vell, dentro del Time Out Market. Y la lista no estaría completa sin el llamamiento del nuevo Can Bo, en el Grand Hotel Central, en la vía Laietana, con el chef Oliver Peña.

El flam XL de Casa Luz, el restaurant amb vistes de Tomás Abellán a la ronda de la Universitat, 1

En el capítulo de los clásicos está el de la bodega Gelida, que ahora tiene una extensión, el Migrat, en la acera de enfrente con la misma cocina casera a precios inmejorables. También hay llamas en el nuevo Malparit, en Molino de Pez, en el Santa Magdalena o el de chantilly en el Café Pablo, de Romain Fornell. Y más innovadora es la llamacota del Fino Bar, una combinación de llama y panacota que bien merece una visita a este bar también bastante nuevo en la calle del Torrent de les Flors, 113.