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Entre playas de postal y el ritmo imparable de su capital, Stone Town, esta isla paradisíaca del Océano Índico despliega aromáticos campos de especias que moldean su historia y cultura. Nos adentramos en el paraíso de Zanzíbar.

Son más de 50 islas las que componen este archipiélago, entre las que destacan Unguja –la isla principal-, Nakupenda, con su playa de arena blanca que combinar con inmersiones de buceo o esnórquel, y Changuu, conocida como “Isla Prisión” por albergar una antigua cárcel para esclavos en el siglo XIX. Esta última es el hábitat de tortugas gigantes de Aldabra y puede visitarse en el día desde Stone Town.

Stone Town o cómo vibrar en Zanzíbar
A lo largo de su historia, Zanzíbar ha sido un estratégico enclave comercial, lo que ha dado lugar a una maravillosa amalgama cultural, muy presente en la arquitectura y gastronomía, además de marcar su estilo de vida. Influencias árabes, indias, europeas y africanas se entremezclan en las laberínticas calles llenas de vida de Stone Town, entre las que nada da más placer que pasar horas y horas perdiéndose y contemplando sus coloridas puertas. Restaurantes alojados en antiguos palacios, coquetas tiendas de artesanía y bulliciosos mercados nos guiarán a través de su cautivadora energía.

Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, esta ciudad está perfilada por un estilo swahili-árabe que se puede contemplar en edificios como House of Wonders, antigua residencia de sultanes reconvertida en museo. Sus columnas y galerías son el mejor reflejo del periodo en que Zanzíbar era un importante enclave comercial. Muy cerca se encuentra el Fuerte Rojo, encargado de defender el puerto. Ahora, la zona del puerto es un gran parque donde palpar la vida local entre árboles y puestos de comida en los que degustar el zumo de caña de azúcar.

Una visita interesante es el museo dedicado a Freddie Mercury, donde se homenajea la vida personal y la carrera musical del vocalista de Queen mediante fotos y anécdotas. Este pequeño espacio se encuentra junto al que fuera su hogar.
Adentrándonos por las calles que zigzaguean desordenadas por el casco antiguo, podremos alcanzar el punto histórico más sobrecogedor de Zanzíbar, el lugar donde se localizó, hasta el año 1897, el Mercado de Esclavos. Un museo recuerda hoy en su oscuro pasado.

Muy cerca, el bazar Darajani hace partícipes a los visitantes de la vida local entre puestos de ropa, calzado, verduras, carnes, pescados o especias. El aroma de la vainilla y el cardamomo envuelven de una forma especial en las tiendas de la franquicia local 1001 Organic Spicery, dedicada a especias orgánicas recogidas de los campos del centro de Zanzíbar. Realizar un recorrido guiado por ellos será la mejor forma de comprender su importancia a lo largo de la historia. Una excursión que combinar con el Parque Nacional de la Bahía Jozani Chwaka, refugio de los colobos rojos. Esta especie de monos en peligro de extinción habita entre senderos atravesados por bosques de manglares.

El paraíso está en Zanzíbar
Largos arenales tan blancos como el azúcar rodean las costas de Zanzíbar configurando playas muy diferentes entre sí. Las del suroeste reúnen a surfistas atraídos por su oleaje. Al sureste, el océano Índico exhibe todo su esplendor en Jambiani, Pongwe y Pingwe. En esta última, el icónico restaurante The Rock parece flotar sobre las aguas cuando la marea sube, ofreciendo una deliciosa carta maridada con unas impresionantes vistas. Hacia el norte, el pueblo de Nungwi y su playa son uno de los puntos más visitados junto al atolón Mnemba, donde acercase a la fascinante vida marina del archipiélago.

En este entorno paradisiaco, Ycona Luxury Resort es un refugio exclusivo para disfrutar de la selva tropical que se despliega por la isla. Ubicado en una bahía privada de arenas blanquecinas, cuenta con villas que se columpian sobre sus acantilados. Entre los bosques, un gimnasio y un spa invitan a relajarse después de recoger las especias en sus jardines botánicos, otra forma de seguir aprendiendo sobre la esencia aromática de la isla.
La mejor propuesta de Ycona son sus restaurantes, que combinan sabores locales e internacionales ofreciendo una estupenda experiencia gastronómica, disponible incluso para turistas que no están alojados en el hotel. Y es que, este litoral semivirgen es el lugar idóneo para entregarse a la calma de la Isla de las Especias.
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