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Nueve islas volcánicas en mitad del Atlántico donde el turismo aún no ha colonizado el paisaje: bienvenido a las islas Azores.
Si observamos un mapa del Atlántico Norte, las Islas Azoresaparecen como una cadena rota de islas dispersas. Pero eso que desde el aire parece un accidente geográfico es en realidad una región autónoma de Portugal con identidad propia. Un archipiélago de origen volcánico descubierto en el siglo XV donde todavía es posible encontrar vegetación exuberante, aguas termales, acantilados afilados e incluso plantaciones de té sin salir de Europa. Durante décadas ha sabido esquivar las rutas del turismo masivo y ahora empieza a asomar, poco a poco, como un susurro en las bocas de los viajeros.
Las Azores se dividen en tres grupos: el oriental (São Miguel y Santa Maria), el central (Terceira, Graciosa, São Jorge, Pico y Faial) y el occidental (Flores y Corvo). Son nueve islas en total, cada una con su paisaje, su ritmo y su carácter. Visitar el archipiélago no significa verlo todo. Esto no va de coleccionar islas. Descubrir las Azores es, más bien, entender cómo cada una de ellas dialoga con su geología, protagonista indiscutible en su entorno; y con su historia.
Algunas islas, como San Miguel o Santa María, permiten una escapada de cuatro o cinco días. Otras, como Flores, exigen llegar más lejos, pero regalan una experiencia que no se parece a nada que se pueda encontrar en ningún otro rincón del mundo. Y, si se dispone de más tiempo, lo ideal es trazar una ruta de un par de semanas que combine islas con personalidad complementaria: naturaleza bruta, tradición rural, geología activa.
Te contamos todo lo que tienes que saber sobre cada una de ellas para configurar tu viaje ideal.
Qué ver en las islas Azores (y dónde encontrarlo)
Las Azores se encuentran justo sobre el punto de unión de tres de las principales placas tectónicas de la Tierra (la Euroasiática, la Africana y la Norteamericana). Por tanto, su origen se remonta a las colisiones y roces entre estas placas y uno de sus principales atractivos son los volcanes activos. En Pico se alza la montaña más alta de Portugal, un estratovolcán homónimo con 2.351 metros de altura. También hay calderas volcánicas aún humeantes en São Miguel (Sete Cidades, Fogo, Furnas) y conos extinguidos por todo el archipiélago.
Su complicada orografía ha salpicado algunas de las islas de calderas y lagos glaciares. La isla de Flores es famosa por sus cascadas verticales y sus lagunas, que parecen cráteres a punto de revivir. También se pueden encontrar en Terceira y San Miguel algunas lagunas aptas para el baño, como Lagoa do Fogo o Lagoa das Patas. Pero, si lo que buscas es un chapuzón cálido, el calor geotérmico aflora en lugares como Furnas (São Miguel), donde puedes bañarte en pozas de agua sulfurosa; y las piscinas de lava de Biscoitos, en Terceira.
Aunque varias de las islas están rodeadas de acantilados, también hay en el archipiélago espacio para playas de ensueño. En San Miguel hay rincones esculpidos por la lava de arena negra. En Santa María, en cambio, la arena es clara, casi dorada. Gracias al escaso turismo y a la poca población de las islas, las playas son pequeñas, escondidas, sin urbanizar.
También hay verdaderas joyas en el interior. Bosques macaronésicos, rocas volcánicas e incluso una plantación de té crean un paisaje variopinto y rico. Esta última, la única de Europa, está en San Miguel y se llama Gorreana. Otra visita de interior que merece la pena son las zonas vitícolas. En Pico, el centro viticultor del archipiélago, los viñedos crecen entre muros de piedra volcánica y han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Las islas una a una
San Miguel
Es la isla más grande y poblada (759 km², 140.000 habitantes). Aquí está la capital administrativa del archipiélago, Ponta Delgada. Entre sus imprescindibles: la caldera de Sete Cidades, el lago de Fogo, el valle termal de Furnas y las plantaciones de té de Gorreana. Es la mejor opción si solo dispones de unos pocos días, ya que tiene un poco de todo en un espacio muy abarcable.
Terceira
La tercera en ser descubierta, de ahí su nombre. Fue tomada por los españoles y ejerció de escala en los trayectos entre la Península y América. Sus atractivos engloban los lagos Lagoa das Patas y Lagoa da Falca, los bosques, y las piscinas de Biscoítos, unas formaciones rocosas que crean piscinas naturales al pie de un acantilado de 20 metros de altura.
Flores
La isla más occidental de Europa y una reserva de la biosfera desde 2009, con un espectacular paisaje que suele valerle el sobrenombre de "isla jurásica" Está surcada por cascadas, lagos de montaña y miradores salvajes. En verano, miles de hortensias cubren sus colinas. Pero no es este el origen de su nombre: se remonta a la época en que fue descubierta, cuando estaba poblada por una especie norteamericana, la solidago sempervirens, cuyas primeras semillas llegaron a Flores arrastrada por el viento.
Corvo
La más pequeña de la colección cuenta con 18 km² de superficie y apenas 350 habitantes. Un cono volcánico extinguido —el Monte Gordo— ocupa casi toda la isla y apenas hay densidad forestal. Es reserva de la biosfera desde 2007 debido a su variado ecosistema, por lo que es ideal amantes de la ornitología y la botánica.
Pico
Como contábamos antes, su volcán es el punto más alto de todo el país. También es conocida por sus vinos, cultivados entre rocas negras junto al mar. Es una isla poderosa, de relieves abruptos, donde todo gira en torno a la tierra.
Fayal (o Faial)
Es conocida como la “isla azul” por la abundancia de hortensias y de playas paradisíacas. Fue un potente centro agrícola hasta que la erupción del volcán Capelinhos en 1957 dejó el terreno infértil y forzó la emigración de miles de personas a los Estados Unidos. La otra pata de su economía era la caza de ballenas, pero las restricciones ambientales han capado esa faceta de su industria. Hoy vive principalmente del turismo que se acerca atraído por sus playas y sus senderos volcánicos.
San Jorge
Esta isla alargada se define por sus acantilados vertiginosos y pequeñas fajãs: llanuras volcánicas que se formaron tras desprendimientos de lava, donde se desarrollaron los núcleos urbanos.
Graciosa
Pequeña, suave, amable. Tiene solo 5.500 habitantes y dos bahías principales, Vila da Praia y Santa Cruz da Graciosa. Su paisaje está dominado por colinas suaves y una gran cueva volcánica, la Furna do Enxofre, con un lago interior.
Santa Maria
La primera en ser avistada, la primera en ser poblada y la más antigua geológicamente. Fue descubierta por casualidad por Diego de Silves, que volvía de un viaje a Madeira, en el año 1427. Tiene fósiles marinos, acantilados sedimentarios y playas de arena clara. En Vila do Porto, su capital, aún quedan restos de casas del siglo XV. Fue, además, puerto de escala de Cristóbal Colón tras su primer viaje a América.
Ya busques calma, jungla, cataratas, playas, ballenas, termas naturales o pueblos históricos, las Azores son tu destino. Solo te piden una cosa: que vayas pronto, antes de que dejen de ser un secreto.
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